La esposa de Zeus se llamaba Hera. Tenía un trono de marfil, justo al lado de su marido con tres escalones de cristal. El trono estaba decorado con pájaros de oro y ramas de sauce. El asiento estaba cubierto por una piel de vaca blanca que utilizaba para hacer llover en tiempos de sequía si Zeus estaba de mal humor y prefería no ser molestado. Una luna llena brillante colgaba por encima del trono balanceándose con la brisa.
A Hera no le gustaba ser esposa de Zeus porque él tenía la mala costumbre de casarse con mujeres mortales todo el tiempo. Sus novias pronto envejecían y morían pero Hera se mantenía siempre joven y hermosa. Zeus estuvo pidiéndole que se casara con él, año tras año durante trescientos años y Hera siempre se negaba.
Una primavera se le ocurrió a Zeus transformarse en un pobre gorrión asustado sorprendido por la tormenta y golpeó su ventana con el pico, Hera, que amaba los pájaros, apiadándose del pobre gorrión permitió que entrara en su habitación, este sacudió sus alas y ella tomándolo dulcemente entre sus manos le dijo: Pobre gorrioncito, te amo. Entonces Zeus cambiando nuevamente de aspecto le dijo: Ahora debes casarte conmigo.
A pesar del mal comportamiento de Zeus, Hera se sintió forzada por las circunstancias a casarse con Zeus. Quiso de esta manera ser un modelo para todos los demás dioses y mortales convirtiéndose en Madre del Cielo.

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